jueves, marzo 27, 2008

Fuera del tarro. La concentración económica no se detiene.


Quizás el primer error no haya sido un error sino coherencia, triste coherencia. Cuando el Gobierno decidió imponer sus nuevas retenciones, tenía otras formas de hacerlo: por ejemplo, exceptuando a los pequeños chacareros. Dos tercios de los productores agrarios del país tienen menos de 200 hectáreas; entre todos juntan sólo el 3% del total de las tierras. O sea que dejarlos afuera habría costado, grosso modo, el 3% de la recaudación total del nuevo impuesto: alrededor de 50 millones de dólares, un vuelto. Con ese formato, la oposición a las retenciones no habría tenido masa crítica: habría podido transcurrir, si acaso, en despachos y restoranes finos, pero no en las rutas. No se habría producido el desabastecimiento que afecta a cada vez más gente, no habrían salido por televisión esas imágenes de chacareros modestos preocupados por su fuente de trabajo, y el impuesto habría tenido otra legitimidad: habría sido un pequeño intento redistributivo. No lo hicieron; puede que haya sido un error, pero es más probable que haya sido coherencia: como se ha dicho en este diario, el proceso de concentración económica no para y las grandes empresas siguen beneficiándose más y mejor que nadie.




FUENTE: Crítica dígital

AUTOR: Martín Caparrós

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