¿Qué esconde el Observatorio de Discriminación en los Medios?.
Si bien hace casi cuatro décadas que desde las universidades argentinas y latinoamericanas y los sectores más progresistas de los medios de comunicación vienen luchando por abrir el debate acerca de qué tipo de medios de comunicación se necesitan para fortalecer el sistema democrático, ni al más optimista de los teóricos de la comunicación se le hubiera ocurrido pensar que el conflicto del "Estado/Campo" fuera a brindar el siempre anhelado pie para comenzar los tantas veces postergados debates acerca de cómo implementar POLÍTICAS NACIONALES DE COMUNICACIÓN DEMOCRÁTICAS en nuestro país y América Latina.
Es muy fuerte la alusión presidencial a la frase “generales multimediáticos” en un país como el nuestro que aún busca justicia y verdad para sus muertos y desaparecidos durante la última dictadura militar, y que convive con una Ley de Radiodifusión escrita y promulgada en esa misma dictadura.
¿Por qué aparece denunciando –ahora- la Sra. presidenta Cristina Fernández de Kirchner esta “dictadura mediática”
¿Por qué –aparentemente molesta por una caricatura y por sentirse discriminada- impulsa junto con la Facultad de Ciencias Sociales de la U.B.A., la creación de un “Observatorio de Discriminación en los Medios” limitado -al menos formal y oficialmente- a revisar el modo en que la prensa -y fundamentalmente la Televisión dieron cobertura al conflicto?
¿Cuál es el pensamiento oficial del actual gobierno nacional acerca de la Política de Comunicación del gobierno de Néstor Kirchner, que fortaleció esta “dictadura mediática” a través del decreto 527 de 2005, cuando les prorrogó 20 años los vencimientos de las licencias a esos mismos dueños de grupos a quienes Cristina llama “generales multimediáticos”?
Desde la publicación del Informe Mac Bride en 1980 (“Un solo mundo, voces múltiples”) a partir de una comisión de notables encargado por la UNESCO, el mundo entero sabe de la gravedad institucional que significa para cualquier sistema democrático convivir con un sistema de medios hiper concentrado, donde la mayoría de las voces quedan excluidas de la posibilidad de ser escuchadas y –por el contrario- uno o dos imperios mediáticos acumulan la totalidad de los canales de TV y las radios por donde sus modos de ver y entender el mundo se limitan a su propia ideología y postura política.